sábado, 24 de octubre de 2009

Esa sensación...

¿Nunca has tenido esa sensación de que todo se derrumba a tu alrededor?
Es esa sensación que tienes cuando piensas que no te queda nada, que tus amigas ya no son lo que eran, que tu vida ya no vale, que ya no tienes el apoyo de nadie. Vuelves a ser la rara, la nueva, la esquinada, en la que no se confía, solo por haber estado ausente un par de días. Ya no cuentan contigo para nada, todos los planes que se hacen no te incluyen a ti. Tienes que enterarte por segundas de que se va a hacer una fiesta, o de que se suspende otra en la que ya tenías todo planeado. Estás emparanoyada y lo sabes, pero... ¿Cuándo acabará toda esta paranoia estúpida de la que parece que no se puede salir?

viernes, 23 de octubre de 2009

Un día Gervasicial


Ibiza, sol y mojitos, muchos mojitos. Salimos del taxi y caminamos hacia el hotel. Según la web era un sitio perfecto en primera linea de playa con vistas al mar. Teníamos esperanzas de que no fuera un sitio cutre y sucio que estuviera en primera linea de playa empezando por el final con mil doscientas casas delante y que apenas se viese una linea azul que significaba: ¡Eh! ¡no os preocupeis! ¡que tenéis el mar a 80 kilómetros!. Llegamos al hotel y era pequeñito pero estaba en la mismisima playa. Nos registramos y subimos a la habitación. Era bastante amplia. Dejamos la maleta de cualquier manera y Gin y yo nos colocamos el bikini en 5 segundos. Eso si, no podíamos bajar a la playa sin maquillaje. Al cabo de media hora estabamos bajando.
-Dios... necesito sol- Dijo Gin
-Dios... necesito un mojito.

Bajamos del ascensor y a los 2 minutos ya estabamos quemandonos los pies sobre la arena que estaría a 50 grados. Corrimos hacia la arena húmeda y extendimos nuestras toallas. Gin llevaba un bikini negro que unía los cascos de la parte de arriba con una anilla. Yo llevaba un bikini morado con estampados blancos. Nos tumbamos en las toallas a coger un poco de color.

-Gin...
-Dime
-Me abraso...
-¿Mucho?
-Mucho
-¿Cuánto es mucho?
-Dentro de poco seré un charquito...
-Va, vamos al agua.

Fuimos corriendo al mar. El agua estaba fria pero al contacto con mi piel se quedó tibia. Gin y yo hicimos las tipicas peleas en el agua, el pino, y nadamos hasta el fondo que aún estaba más frio. Un par de chicos que iban en un yate nos vieron y nos invitaron a subir.

-¿Subimos?
-¿qué dices tia? no los conocemos de nada.
-Dios... ¿pero tú has visto lo buenos que están?
-Cierto... venga sube. -Gin soltó una carcajada.

Subimos al yate y ligamos un poquito con los chicos. Se llamaban Josh y Chris. Josh era moreno con los ojos verdes y Chris rubio con los ojos azules. Eran americanos y habian venido a pasar unos días a Ibiza en busca de buenas discotecas y de chicas españolas. Nos reímos, bebimos, y como no, nos enrrollamos con ellos, Gin con Chris y yo con Josh. Nos dejaron en tierra e insinuaron subir al hotel, pero indirectamente les dijimos que no. Esa noche nos fuimos de fiesta por todos los locales que encontramos. Llegamos al día siguiente al hotel, borrachas y cansadas. Al día siguiente preferimos quedarnos en la playa, tranquilas y disfrutando del sol. Por la noche nos bajamos al chiringuito de la playa a beber unos mojitos.

-Me lo estoy pasando genial.-Dijo Gin.
-Yo también, me alegro de haber venido contigo, aunque no te lo diga mucho, sabes que eres mi mejor amiga ¿No?
-Si, claro que lo se, y...
-Espera. Eres mi mitad ¿sabes? No podría haber elegido a nadie mejor que tú para pasar las vacaciones.
-Oh... Te quiero
-Te quiero Gervasi.

Despues de bebernos unos mojitos extendimos una toalla y dormimos en la playa bajo las estrellas.

jueves, 22 de octubre de 2009

Diferentes

Debbie andaba bajo la lluvia. Se dirigía a su casa sin ganas. Ultimamente todo le iba bien. Sacaba buenas notas, tenía un novio que la quería, sus padres estaban encantados con ella... Pero se sentía vacía ante la evidente perfección. Todo giraba en torno a Josh, su novio, aunque ella no lo llamaba así, lo llamaba su mitad, su mejor amigo, y eso a el le daba rabia porque parecía que ella no estaba de acuerdo en que estubieran juntos. La cosa era que ella lo quería pero... No encontraba la palabra con la que describir sus sentimientos hacia Josh.

-Hey!

Alguien llamó a Debbie por detrás. Era un chico con un paraguas. Debbie se giró.

- Emm... Hola.
-Pareces algo... ¿mojada? -Debbie le sonrió.
-Si, me suele pasar cuando me cae agua encima ¿a ti no te pasa?
-No, suelo ser más listo que tu y salgo de casa con un paraguas...
-JA-JA-JA
-¿Cómo te llamas?
-Debbie ¿y tú?
-Jeff
-Encantada. ¿Y qué quieres Jeff?
-Bueno, vi que te mojabas y decidi...

Una fuerte ráfaga de viento hizo que el paraguas negro de Jeff saliera volando hacia la carretera.

-Emm... espera un momento. -Debbie empezó a reir y fue a por el paraguas. Cuando Debbie se agachó para cojer el paraguas una luz la cegó.

-Debbie!

Entonces Jeff la placó al otro lado de la carretera y allí se quedaron los dos, tirados en el otro lado de la carretera. Debbie estaba temblando con la mirada perdida, y Jeff la abrazaba con los ojos cerrados. Ambos estaban empapados. Jeff decidió que alguien tenía que decir algo.

-Debb... Debbie ¿estás bien?- Jeff le acarició el brazo.
-Jeff... Tengo frio, sácame de aquí.

Jeff cogió a Debbie en brazos y se metió en el primer sitio seco que encontró. Parecía una nave industrial. Estaba oscuro a pesar de la pequeña luz que parpadeaba en una lámpara vieja. Jeff reunió unos cuantos plásticos llenos de bolitas de gomaespuma y acostó a Debbie. Estaba todavía en estado de shock con la mirada perdida. Jeff se acercó a ella y le susurró al oído.

-Debbie... ¿A qué hora tienes que estár en casa?
-No... No tengo hora.
-Vale... Ahora tienes que cerrar los ojos y dormir un poco...
-¿Y tú que harás?
-¿Yo? Nada.
-Vale...

Debbie cerró los ojos y se quedó durmiendo. Jeff se acostó al lado de ella y la abrazó para mantenerla caliente. La miró todo el tiempo. Memorizó todas las pecas de su cara y todos los lunares. Memorizó esos ojos azules turquesa que tenía y esos mechones rubios que caían por su cara. Esos labios carnosos y esos dientes perfectos y blancos. Levantó un poco la cabeza para mirar su cuerpo y se perdió en sus curvas. La recorrió con la mirada durante una hora, parandose en cada una de las partes de su cuerpo. Entonces Debbie despertó.

-Hola Jeff
-Hola Debbie ¿Cómo te encuentras?
-Perfectamente. Gracias.
-¿Porqué?
-Por salvarme de ese coche, por cogerme en brazos y por hacerme una cama tan cómoda.
-De nada nena.

Ella lo recorrió con la mirada a él, pero más descaradamente. Entonces se mordió el labio. Él pilló la indirecta y la besó con fuerza. Debbie se puso encima de él y pasó lo que tenía que pasar. Una pasión desenfrenada los envolvió durante horas y horas. El frío que tenía Debbie se convirtió en una nube de vapor que inundó los cristales de la nave. Sus cuerpos se hicieron uno sin control.

-Dios Jeff
-¿Qué pasa Debb?
-Ha sido... perfecto.
-Excepto por una cosa...
-¿Cuál?
-Estar en una nave industrial es poco romántico ¿No crees?
-Me da igual, estaba cansada de velas perfumadas, baños de espuma y mariconadas de esas.
-Ah... Bueno es saberlo. -Jeff se rió.
-Jeff... Estoy aburrida de todo. De mis padres, de mi novio, de mi vida...
-Y...¿Porqué no te quedas conmigo?
-Oh Jeff...
-Yo soy diferente.-Debbie se rió.
-¿A si? ¿y cómo estás tan seguro de que eres diferente?
-Porque te recuerdo que has conocido hace exáctamente 5 horas y 22 minutos y ya estoy enamorado de ti.
-¿Si?
-Si. -Jeff besó con ternura a Debbie.
-Yo siento lo mismo.

Jeff acompañó a Debbie a casa, y la agarró de la mano durante todo el camino.

-Bueno... Es aquí.
-Bonita casa Debb
-Gracias.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro.
-En... en la vieja fábrica de cerillas ¿Vale?
-Mmm...eres diferente.
-Eso dije yo antes. -Debbie sonrío y lo besó.
-Te quiero Jeff Harrison.
-Te quiero Debbie Adams.

martes, 20 de octubre de 2009

The Bushwacka

Esta vez fui sola. Pasee a lo largo de calles llenas de gente, despacio, y muy nerviosa. esta vez llevaba unos shorts y una camiseta escotada. Un maquillaje un poco más fuerte y unas altas romanas negras. Conforme iba avanzando escuchaba más y más fuerte esa melodía de The Fray, y se me pusieron los pelos de punta. La melodía cambió. Esta vez eran Kings of Leon. Dios, ¿porque tenía que elegir esos temas que tanto me gustaban?. Llegué al pub de donde venía la música. Y me aproximé a la puerta. El portero me miró de arriba a bajo.

- Dame tu DNI
- No lo llevo, pero no voy a beber, ni a acercarme a la barra. Solo quiero escuchar al grupo de música.
- Lo siento, sin DNI no entras.
- Por favor, déjeme pasar, no voy a hacer nada. Me sentaré ahí, solo a escuchar al grupo.
- No, lo siento.

El encargado del local vio al portero discutiendo conmigo y salió para ver que pasaba. Bueno, supongo que únicamente salía para echarme del todo.

- ¿Qué pasa aquí Robb?
- Esta chica quiere entrar para ver al grupo. Me prometió que no consumiría, que solo se sentaría a escucharlos. ¿La dejo pasar?
- ¿Tiene el DNI?- Me miró - Eres mayor de edad preciosa?
- No, no tengo el DNI y no, no soy mayor de edad.
- Entonces mucho me temo que tendrás que llamar a tu mamá a que te venga a buscar... -Soltó una carcajada- anda, pirate pequeña.
- Oiga, tengo 17 años, de pequeña nada. Y no comprendo porque no puedo ver a un puto grupo de música sentada en una silla sin una consumición, ¿Sabe?
- Pues me da igual si no lo entiendes. Si pasa la policía y se entera de que hay un menor de edad en mi local me lo cierran. ¿Serás tu la que pague la multa?

Entonces me enfadé y le hice un corte de mangas.

- Que te follen, puto guiri de mierda.

Entonces me senté en una mesa que había fuera y me encendí un cigarro. Dios, estaba muy cabreada y a punto de montar una rabieta en la puerta. Pero entonces me fijé en el ventanal que daba al interior del local y lo vi. Me levanté de la silla y me acerqué al ventanal. Di unos golpes al cristal y se giró. Se le pusieron los ojos como platos y me dedicó esa sonrisa tan preciosa que tenía, y yo se la devolví. El estaba tocando en ese momento y se despistó un poco, pero recuperó el ritmo enseguida. Me dijo algo, pero no lo oía. Me lo repitió y conseguí leerle los labios:

-¿Porque no entras?- me dijo
- Porque el portero no me deja pasar- El me miró y luego miró al portero.
-¿ Y tu carnet?
- No lo tengo. Pero no serviría de nada, no soy mayor de edad- El se rió.
-Espera a que acabe el concierto y salgo.
-¿A que hora acaba?
- Sobre la una, una y media.
- Te espero.

Entonces el me guiñó un ojo, y se giró hacia el publico. Para hacer tiempo hasta la una, fui al local al que iba habitualmente con mis amigas y me pedí un chupito. Pero... ¿Quién es capaz de tomarse un chupito y no pedir otro? Y así hice. Salí del local con el calentón de cinco chupitos de tequila en mi garganta, más feliz que nadie. Era la una y cuarto ¡Mierda! corrí como una loca pensando en que mi bajista se podía haber ido o algo. Pero cuando llegué allí estaba, en la puerta, hablando con el portero. Me escondí un momento detrás de un muro que había pegado a la pared del local para escuchar que le decía. La conversación fue en inglés, asi que me enteré de poco.

-Tío, ¿has visto a una chica morena, bajita y con los ojos marrones?
-No.
-¿Cómo que no? La has echado hace una hora de aquí.
- Ah ya, la chica española.
-Si, esa.
-Se fue hace un rato, se cansaría de esperar a mamá. -Soltó una carcajada.
-Idiota, estaba esperándome a mi.
-Ah, ¿asi que tienes algo que ver con ella? Cómo se entere Chi, vas a tener problemas.
-Me da igual.

Entonces salí de detrás del muro y ande hacia la puerta. Intenté no hacer eses para llegar, menudo espectáculo.

-Ahí la tienes.

Entonces él miró y se acercó a mi. Y me dedicó esa sonrisa tan perfecta.

-¡Hola! por fin te veo
-Si... Por fin. - Me reí.
- ¿Qué tal?
-Bien, ¿y tu?
-Ahora muy bien. Tenía ganas de conocerte.
-Y yo. -entonces el se acercó y me dio un beso en la mejilla.
-¿Damos una vuelta? Te invito a algo.
-Oh, no creo que pueda beber más, me pasé con el tequila.
-Bueno, pero un paseo no te vendrá mal.
-Vale, perfecto- Me reí. El me agarró de la mano y andamos hacia el paseo.
-Por cierto ¿Como te llamas?
-María, pero mis amigos de llaman Mer.
-Oh vale Mer. Yo me llamo Alex.
-Encantada.

Dimos un largo paseo. Le encantaba la música. Alex era de Irlanda y vivía aquí con sus amigos y componentes del grupo. Chi era el mas extricto, y no le gustaba nada que Alex andara con chicas de un lado a otro porque creía que se descentraba y que lo hecharía todo a perder. Estuvimos hablando hasta las cinco de la mañana. Yo tenía que volver a casa.

-Bueno Alex... Yo me tengo que ir, es muy tarde.
-Ah bueno, si la verdad es que se nos ha hecho muy tarde- Me sonrió.
-Bueno... Ya nos veremos ¿no?
-¡Claro que si! el jueves tocamos otra vez... Prométeme que vendrás.
-Prometido.

Entonces me sonrió por undécima vez en toda la noche y me besó.

viernes, 16 de octubre de 2009

The notebook

El entra en la habitación, silenciosamente. La mira con ternura y le hace una caricia. Ella, al notar el calor de las manos de noah, despierta lentamente y lo mira.
- Noah... Oh Noah!
El agarra su mano con ternura y la pone sobre su cara. Las lágrimas empiezan a derramarse sobre sus mejillas.
-Hola cariño. Lamento no poder haber estado aquí para leerte...
-No sabía que hacer... Tenía miedo de que no volvieras...

Ally empezó a llorar en silencio.

-Oh... Yo siempre volveré
-¿Qué crees que pasará cuando ya no pueda recordar nada? ¿Qué haras tú?
-Es...Estaré aquí. Jamás te dejaré...

Se hace el silencio. Se miran, como si fuera la primera vez.
-Necesito preguntarte algo...
-¿Qué, vida mía?
-¿Crees... que nuestro amor puede obrar milagros?
El sonríe un poco.
- Oh, si,lo creo, por eso... por eso siempre regresas a mi lado...
- ¿Crees que nuestro amor nos sacará de aquí juntos?
-Creo que nuestro amor puede hacer todo lo que nos propongamos...

Entonces el, con delicadeza, se inclina sobre ella, la besa y se acuesta a su lado, sobre esa dura y fría cama de hospital.

-Te quiero.
-Yo también te quiero.
-Buenas noches.
-Buenas noches.

El se queda mirando en la oscuridad cuando tiene una extraña sensación...

-Amor mío...

miércoles, 14 de octubre de 2009

Ese día perfecto

Era sábado, hoy era el día. Ale, Marta y yo nos queríamos comer la noche, un sábado es un sábado, y daba igual lo que pasara. Me puse un vestido negro, corto, muy corto y unas romanas discretas. ¿El pelo? ¿que más daba el pelo? Ibamos a bailar toda la noche y no me iba a preocupar por eso. Un maquillaje discreto un bolso y ganas de pasarlo bien, así salí de mi casa. Me encontré con ellas en la puerta, como habíamos quedado, estaban preciosas. Ale llevaba un vestido lila que me encantaba con unas cuñas de 50 cm de alto. Me la quedé mirando de arriba a bajo.

-¿Qué pasa? Que hoy quería ir femenina, coño.
-Estás genial, idiota.

Me reí. Marta iba como siempre, perfecta. Un vestido corto, mucho más corto que el mío. Era azul y verde creo recordar, con un estampado de leopardo. Y unos taconazos que daban vértigo.

-Bueno qué ¿nos vamos?- Dije yo.
-Si porfavor, que necesito un cubata ¡Ya!- Dijo Marta.
-Venga, vamos...

Empezamos a andar... Dios mío, el camino se me hizo larguísimo. Entre las cuestas, el calor, los zapatos de Marta y Ale que no paraban de quejarse...¡Interminable! Pero porfín llegamos a las tascas y lo flipamos...

-Dios mío, cuanto guiri junto ¿no?- Dijo Marta.
-Oh si, y que guiris...-Dije yo. En ese momento pasó el tipico chico americano de sonrisa perfecta, rubio de ojos azules.
-Madre...- Dijo Ale.

Entramos a un pub llamado Habana. Había muy buen ambiente. Empezamos con una ronda de chupitos de tequila. La primera en beberselo fue Marta. Luego Ale. Y claro, luego yo. Dios como me ardía la garganta, que asco... Pero extrañamente, tenía ganas de otro. Uno detrás de otro hasta que bebimos 5 chupitos cada una. Con el puntillo del tequila salimos del pub a dar una vuelta, a ver a la gente que pasaba por allí. Derrepente escuché de fondo un tema de The Fray, quien lo cantaba lo clababa, tanto que fuí corriendo a ver de quien se trataba. Me puse frente a la puerta del pub. The Bushwacka. El portero me miró de arriba a abajo.

-Enseñame el carnet, anda.
-Lo siento, no lo llevo encima, pero no quiero beber, solo le pido cinco minutos para ver al grupo que está tocando...
-Mmm... Bueno, pasa. Pero solo cinco minutos.
-Muchísimas gracias.

Entré corriendo. Era un grupo de cuatro chicos. Irlandeses. Miré al cantante. Tenía el pelo largo, no era muy guapo la verdad. Pero tenía una voz impresionante, cantaba tan bien... Giré la vista al chico que tocaba el bajo. Dios mio, que chico tan guapo. Me sonrió, y yo le saludé con la mano. Estubo mirandome durante los cinco minutos que me quedé. Cuando me fuí me despedí con la mano y el me dedicó otra sonrisa. Estube con su sonrisa en mi cabeza toda la noche. Bailé, bebí, fumé... Me lo pasé bien. Pero... Fué mucho mejor el Sábado que pasé despues...

viernes, 9 de octubre de 2009

Por esto...

La vi viniendo hacia mi, cabizbaja y con la mirada triste. Me pregunté que haría aquí, que porque no estaba con Fer, su nuevo novio. Se plantó frente a mi y me sonrió.

-¿Qué haces tu aquí?
-yo muy bien, ¿y tú?
-no me vengas con gilipolleces, ¿quieres?
-Dios, Mer, ¿qué te pasa?
-¿Enserio quieres que te diga lo que me pasa?
-Si...
-Te consideraba un poco más lista la verdad... ¿tu de que vas? No me contestas las llamadas, ni los mensajes, llevo sin saber de ti casi un mes.
Esque estaba con Fer!
-Ese tío te está absorbiendo ¿no te das cuenta?
-Mer, no empecemos...
-¿Que no empecemos? ¡No he hablado de esto contigo nunca! ¡Pero ya estoy harta! y encima te presentas aquí, derrepente, después de un mes sin verte, ¡y me saludas como si no pasara nada!
-Mer, sabes que las cosas no son así... El me quiere, y yo a el. ¿Porque no te puedes alegrar por mi?
-Porque nadie se alegra de perder a una amiga...
-¡Tu no me has perdido!

Mire al suelo, casi se me saltan las lágrimas, pero logré controlarme.

-Si te perdí, porque el gilipollas de Fer te tiene totalmente absorvida tía...
-Necesito cada minuto que paso con el...
-Por tu bien, creo que deberías pasar sin el un tiempo.
-Aunque quisiera no podría...
-¿A que viene eso?

Entonces ella me agarró de la mano y la posó en su tripa.

-Por esto...

jueves, 8 de octubre de 2009

Cierra los ojos


Tenía ganas de saber que es lo que me esperaba al cruzar la calle, estaba nerviosa. El me cogía de la mano mientras doblábamos la esquina de la calle mayor. El muy idiota tenía una sonrisa de satisfacción en los labios que me ponía histérica. Y pensar que hace unas semanas me odiaba, se reía de mi con sus amigos... Claro, entonces era la nueva, la rara. Pero, estas últimas semanas, cada vez que me veía, sus ojos cogían un brillo especial, cosa que yo no comprendía...

-¿Me dices donde coño vamos?
-No seas impaciente, anda.
-Llevamos como media hora caminando, y me estás poniendo de los nervios...
-¿Te pongo nerviosa?

Se le escapó una risita, y a mi, sin dar explicaciones, se me sonrojaron las mejillas.

-Sabes que si.
- Mmm... Me gusta.
-Pues a mi no, asique, dime donde vamos.
-Shhh, espera un poco.
-Idiota.
-Impaciente.

Parecía que por fin llegábamos al sitio que para el parecía importante. Estaba confusa, porque no sabia que hacíamos allí. Derrepente se acercó a mi oído y me dijo:

-Cierra los ojos.

Me estremecí, se me puso la piel de gallina y no pude evitar una sonrisa. Ah, y por supuesto, cerré los ojos. Noté como poco a poco algo se acercaba a mi, lenta y cuidadosamente. Supuse lo que iba a pasar. Posó sus labios sobre los míos y me dijo:

-Ya puedes abrirlos.
-¿A que viene todo esto?
-No se... Tenia la extraña necesidad de hacerlo.
-¿Y se puede saber porque me traes a la quinta mierda para darme un beso?
-Lo hice porque...
-¿Porque te vergüenzas de lo que has hecho? ¿es eso?
-No
-Entonces... ¿porqué?
-Porque tenía ganas de aislarme de todo y de todos para estar contigo.
-Ya...¿y mañana harás como si no hubiera pasado nada?
-No...
-¿Entonces?
-Date la vuelta, anda.

Me dí la vuelta.

-Te odiare siempre Alex...

Y entonces, lo besé.

Ya, pero... ¿Y si pasa?


- Marta...
-Ya estamos... ¿qué pasa ahora?
-Tengo miedo...
-¿Miedo? ¿miedo de qué?
-De que algo salga mal...
-Mer, cariño, es imposible que salga mal, es tan sencillo... y tu tan tonta...
-El doctor dijo que había pocas posibilidades... pero las hay.
-Mer, hay 1 entre un millón...
-¿Qué pasa si no puedo cumplir mi sueño?
-Eso no pasará jamás, nada te frenará hasta que lo cumplas.
-Ya, pero... ¿Y si pasa?
- Confía en mi.
-Confío en ti, pero prométeme que pase lo que pase... tu tampoco debes frenar.
-Te lo prometo
-¿Siempre?
-Siempre, tonta.

Y un mes después ella salió del hospital sobre una silla de ruedas, mientras Marta tenía esa frase en su cabeza: Pero... ¿y si pasa?

Nada la frenó.