La vi viniendo hacia mi, cabizbaja y con la mirada triste. Me pregunté que haría aquí, que porque no estaba con Fer, su nuevo novio. Se plantó frente a mi y me sonrió.
-¿Qué haces tu aquí?
-yo muy bien, ¿y tú?
-no me vengas con gilipolleces, ¿quieres?
-Dios, Mer, ¿qué te pasa?
-¿Enserio quieres que te diga lo que me pasa?
-Si...
-Te consideraba un poco más lista la verdad... ¿tu de que vas? No me contestas las llamadas, ni los mensajes, llevo sin saber de ti casi un mes.
-¡Esque estaba con Fer!
-Ese tío te está absorbiendo ¿no te das cuenta?
-Mer, no empecemos...
-¿Que no empecemos? ¡No he hablado de esto contigo nunca! ¡Pero ya estoy harta! y encima te presentas aquí, derrepente, después de un mes sin verte, ¡y me saludas como si no pasara nada!
-Mer, sabes que las cosas no son así... El me quiere, y yo a el. ¿Porque no te puedes alegrar por mi?
-Porque nadie se alegra de perder a una amiga...
-¡Tu no me has perdido!
Mire al suelo, casi se me saltan las lágrimas, pero logré controlarme.
-Si te perdí, porque el gilipollas de Fer te tiene totalmente absorvida tía...
-Necesito cada minuto que paso con el...
-Por tu bien, creo que deberías pasar sin el un tiempo.
-Aunque quisiera no podría...
-¿A que viene eso?
Entonces ella me agarró de la mano y la posó en su tripa.
-Por esto...
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