domingo, 19 de diciembre de 2010

A última hora II


Charlie apoyó su cabeza en la cama de hospital. Agarró la mano de Dianne, estaba fría y suave. Dianne ya había cogido color en las mejillas y respiraba por sí sola, pero no despertaba, no conseguía dar el último paso. Charlie tenía miedo, no sabía que iba a pasar con sus vidas una vez que ella despertara. No tenía miedo de que ella no pudiese hablar, caminar, pensar... si no de que ella no pudiese recordar. Se le venían los fantasmas encima, no quería nada sin ella, sin su Dianne.

Un día Charlie caminaba hacia el hospital cuando su móvil sonó. Era la madre de Dianne.
-Charlie? eres tú?
-Si, soy yo ¿ha pasado algo? voy de camino al hospital
-Di ha despertado.

Charlie colgó el teléfono, el corazón se le puso en un puño, y empezó a correr. Lloraba, sonreía, corría. Pensaba en que pasaría cuando apareciera en la habitación, si lo recordaría, si se dejaría besar. Se acordó de la llamada que recibió cuando Dianne sufrió el accidente, llamó su hermana, histérica, llorando y dando gritos, su pequeña Di se había estrellado contra la cuneta, logró salir del coche, nadie sabe como, pero lo logró. Charlie intentaba imaginarse la escena del accidente, intentaba imaginarse si alguien la sacó del coche y la dejó tirada, era imposible que hubiese salido sola, y ardía de rabia solo de pensarlo. Llegó al hospital y no llamó al ascensor, subió las escaleras como un loco. Antes de entrar en la habitación se miró en el reflejo del extintor, se quitó las lágrimas de la cara y se agitó el pelo. Entro a la habitación y allí estaba ella, algo pálida, con los ojos entreabiertos, esos ojos marrones cocacola de los que Charlie estaba enamorado. Charlie se acercó a la cama.
-Hola peligro...-le susurró al oído
-Hola...-cerró los ojos
-Sabes quien soy?
-Charlie, nos casamos la semana que viene mejor, que ahora estoy algo paliducha -sonrio
Charlie se echó a llorar, y la besó ligeramente en la mejilla.



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